Sangro II
Mancho de sangre las puntas de mis dedos
y los llevo dubitativamente, a la boca.
Esta sangre que mi cuerpo no desea
no sabe amargo.
Me duelen las mamas
como si pidieran labios.
No quiero los tuyos
de nadie los quiero
los guardo solo para mí.
Late mi cuerpo pidiendo respuestas
y poso una mano sobre el pecho.
Me preguntas porqué a veces entiendo
mejor a una leona que a tí,
Ahora ya sabes, cuando me laten los pechos
porqué no te los dejo tocar
por qué los guardo solo para mí.
© Leire Bilbao