Traducción: Jordi Serra y Edu Zelaieta
LA FUENTE
Hacía tiempo que no bebía agua de una fuente
al contacto con el grifo.
Atrás quedó la infancia, muy atrás.
Piensa: vete a saber qué agua bebemos.
Hace mucho que canjeó
sueños e ilusiones por rutina diaria.
Hoy, del trabajo camino a casa
ha levantado la mirada un momento:
un niño juega alrededor de la fuente,
navegando con su imaginación de papel, saciando su sed.
Ha recordado súbitamente que
en las tardes bochornosas de verano
a él también le gustaba chapotear en los charcos
de la fuente próxima a la casa de sus padres,
y besándola saciaba la sed.
Improvisaba barcos de papel
para jugar en los riachuelos de la plaza.
Ha durado un instante, mientras observaba al niño,
como si fuera un sueño que nunca existió. Después
ha reemprendido su marcha hacia casa. Rápido.
El hombre obtuso no encuentra sentido alguno
a la fuente que tiene al lado de casa,
no ve más allá del óxido de sus ojos.
La fuente tan solo es un juguete para niños.
Un monumento a los tiempos perdidos.
© Edu Zelaieta