ASCENSOR

 

Mi hermana y yo

hemos vuelto al hospital un mes más tarde.

Al entrar al edificio

mirábamos nerviosos a un lado y a otro,

como los peces rojos

que llevan los niños en bolsas de plástico.

A la izquierda, la sala en que esperamos durante la operación.

Allí pasamos la última noche,

junto a la familia que esperaba un niño.

Al final del pasillo, el ascensor.

Durante dos meses, dos veces al día,

subíamos al quinto piso,

a la sala de cuidados intensivos,

cada día con miedo de lo que hallaríamos,

cada día en busca de buenas noticias.

 

Cuando, después de firmar los últimos informes,

estábamos a punto de salir,

le he dicho a mi hermana, mirando al ascensor:

"¿Por qué no subimos?

Igual todavía está allí, en su cama, esperándonos".

 

Mi hermana me ha mirado.

Tiene los ojos acuosos, pequeños

como las fresas del monte.

 

 

© Kirmen Uribe

© de la traducción: Kirmen Uribe / Gerardo Markuleta


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