Planetas abatidos

 

El escritor Louis Arliger, natural de la localidad de Iverst, presentó ayer, en la librería Liluratura de Sendler, su nuevo libro de poemas, titulado Planetas abatidos. Junto al escritor participaron en la presentación el conocido crítico literario Joss Vington, autor del prefacio del libro, y Jones Miksi, representate de la editorial Sinistiler, encargada de editar la nueva publicación.

        «Han pasado siete años desde que publiqué mi último libro de poemas», comentó Arliger en la presentación de su nueva obra. «Ha sido voluntad mía esperar todo este tiempo. Hacía ya muchos años que tenía poemas suficientes para completar un libro, pero he preferido dejar pasar más tiempo a fin de que la selección fuera más rigurosa y la estructura del libro estuviera mejor concebida. Creo que ello ha sido beneficioso y ha contrubuido a un mejor resultado final».

        Joss Vington se mostró de acuerdo con lo dicho por el poeta, y subrayó que «el mayor de los múltiples méritos de la nueva obra de Arliger es el esfuerzo apasionado realizado por el autor en la búsquesda de nuevos caminos». Según Joss Vington, «Arliger va superando libro a libro su nivel, pues nunca se conforma con llegar a la altura del anterior».

Planetas abatidos es el cuarto libro de poemas de Louis Arliger. Los poemas de esta nueva obra pretenden, en palabras del autor, «un análisis sincero de los distintos elementos de la esencia humana», asi como «reflejar la tristeza, el cansancio, el abatimiento de esos elementos, uno por uno». A la hora de mostrar y expresar ese abatimiento «el lenguaje poético de Arliger es mucho más que mero medio de expresión», en opinión de Vington. «Porque más que un reflejo del abatimiento, es motor y generador del mismo, carne y entraña más que simple vestido», continuó explicando el reciente ganador del concurso de crítica literaria Premio Likserade.

        Carne y entraña del abatimiento, no somos sino puro abatimiento, así es... Un universo de planetas abatidos, un universo fresco tal vez, en apariencia al menos, correcto, vivo, estructurado, fuerte incluso si así se quiere expresar. Pero todo es abatimiento, desde lo más profundo de nuestro interior. Abatimiento y otros sinónimos, poesía, silencio de siete años, Joss Vington, periodistas... y entre los periodistas yo... sin tiempo para quedarme a comer con vosotros porque por la tarde tenía que, entre otras cosas, escribir este artículo. Pues no, no lo escribiré, Louis, no todavía por lo menos, porque no puedo continuar, porque hay algo que me impide avanzar, que interrumpe el camino rutinario de las frases de siempre.

        Esta mañana estaba realmente contento porque tenía que informar acerca de tu libro. Estaba orgulloso de ser tu amigo de juventud, tu amigo de siempre. Y me encantaba Planetas abatidos, porque es un libro muy bien pensado y elaborado, escrito por un poeta de verdad. Estaba dispuesto a hacer mi trabajo con verdadera ilusión.

        Sin embargo, cuando he empezado a escribir el artículo me ha parecido que estaba ofendiendo al libro, peor todavía, que lo estaba hiriendo y desangrando, matando y disecando. Porque no es sino eso lo que hace el periódico con las noticias y con la vida, porque no es sino esa la misión, cotidiana y cruel, de los trabajadores de este oficio que otrora tanto admiré.

        Pero no hay salvación. Aun sin mí, sin nosotros, no tiene salvación tu poemario, no hay salvación para los planetas abatidos. ¿Cuántos libros de poemas podrás escribir? ¿Cuántos años de silencio necesitarás hasta poder decir que has escrito otro poemario? ¿Y qué?, aun cuando llegue ese momento, ¿qué? ¿Adónde van esos nuevos caminos que con tanto esfuerzo encuentras y tan lentamente recorres? ¿Te detienes alguna vez, en tus recorridos, para contemplar los paisajes que los rodean? Sé sincero conmigo. ¿No son todos bastante parecidos? ¿Puede un poema, un poemario, un trabajo poético fruto de toda una vida, ser realmente nuevo, realmente válido, realmente algo? ¿Cuál es, Louis, la verdadera alegría y la razón de vivir y trabajar del poeta? ¿Puedes responderme con sinceridad?

        Nadie podrá decir que no hemos cumplido nuestros sueños juveniles. Tú presentando tu cuarto libro de poemas, con las alabanzas de nuestro admirado héroe juvenil Joss Vington, y yo redactor literario de Crónica. Y todo ello mucho antes de lo que esperábamos. Y bien, correctamente, hemos llegado a donde estamos sin falsedades. Eso no nos lo puede negar nadie, nadie, al menos, que no sea falso.

        Pero algo ha fallado, ¿no te parece? Siento como si hubiéramos perdido un tren...

 

                ¿Cuándo partió el tren que perdimos?

                ¿El que había de llevarnos lejos?

                ¿Quién tenía que avisarnos?

                ¿Quién conocía los horarios?

                ¿Como supieron quienes cogieron el tren

                cuándo tenían que ir a la estación?

                ¿En qué rincón, en qué extraña actividad

                estábamos nosotros, despistados?

 

                Ahora ya no tenemos remedio.

                Nos hemos quedado aquí.

                Nos hemos rendido.

                Vivimos mirando más hacia atrás que adelante.

                Más a lo pequeño que a lo grande.

 

                Observamos la señales de tráfico rotas,

                las viejas piedras de los caseríos en ruinas,

                la humilde basura esparcida en las aceras,

                rompemos alguna que otra ventana,

                organizamos competiciones de levantamiento de televisores,

                nos tumbamos sobre el asfalto de calles olvidadas

                imitando a los borrachos.  

 

                Hemos concentrado

                los viejos sueños en pequeñas cápsulas.

                Nuestra expresión es cada vez más sintética.

 

                ¿Cuándo partió el tren que perdimos?

                Nadie nos dijo nada, nadie preguntó.

                ¿Hubo algún tren?

                ¿Tenemos que lamentar haberlo perdido?

 

        Bueno, es hora de dejarme de monsergas y terminar el artículo. Debo volver al principio, recuperar los cuatro primeros párrafos y continuar adelante desde allí, citando lo que habéis comentado acerca de los poetas de nuestra generación: «Creo que ya hemos roto lo que teníamos que romper. Ahora podemos empezar a explorar esos caminos de ruptura, en una búsqueda sin fin de nuevos espacios...». No es difícil, pero tendré que apresurarme porque he perdido casi una hora escribiendo lo que no hacía falta.

        Está visto, Louis, no hay más que leer este texto, que empezó siendo artículo, se transformó en poema y ahora no sé como terminar, para comprobarlo: no hay salvación para los planetas abatidos. Un abrazo muy fuerte, de todas formas, al más grande poeta de entre mis amigos y al mejor amigo que entre los poetas tengo. ¡Arriba los planetas!

 

  © Juan Luis Zabala


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