Ha cesado la música. Ha terminado el concierto. No tenemos más canciones. Hemos llegado hasta aquí y ahora es tiempo de regresar. Estamos muy lejos de casa, sin fuerzas, agotados. De una en una, con crueldad, las canciones nos han vaciado, y no han dejado en nuestro interior más que quebrados y doloridos huesos. Ya se han retirado todos los oyentes, los organizadores, los críticos y todos los demás, dejándonos completamente solos. No recordamos por dónde hemos llegado aquí, y no sabemos por dónde podemos regresar. Hemos olvidado hasta el nombre del pueblo. Todo está oscuro y desierto, el frío es terrible y, en silencio, ha empezado a nevar en el momento en que, sin rumbo fijo, a la buena ventura, comenzamos a avanzar por el primer camino que aparece ante nuestros penosa y dolorosamente abiertos ojos.

 

  © Juan Luis Zabala


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