Parranda siempre

 

Con el cansancio de la luna en los ojos,

incapaces de hacer frente

al resplandor de los periódicos nuevos.

La agudeza de los cristales rotos

en las suelas de los zapatos del mundo.

La repugnancia de los líquidos internos

en las cloacas del ser humano.

 

¿Qué respeto o hipocresía

es la que impide a los barrenderos

meternos en sus contenedores?

No es justo.

Debiéramos meternos por nuestra propia cuenta

en la noche artificial del arte basura,

en busca de aquello que

la sociedad y el día nunca nos darán.

 

  © Juan Luis Zabala


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