El búho vino a tu almohada y te trajo el bosque,
lleno de luciérnagas y fuentes mágicas.
La paloma compartió en tu ventana
las primeras palabras del día y tu desayuno.
En la sala te esperó la cigüeña de las nieves
con su bolso lleno de flautas y cascabeles.
Y en el baño te vigiló el águila huraña
hasta que aprendiste a hacer pis por tu cuenta.
El botón que se te perdió de la batita azul,
lo cogieron los gorriones para hacerse un columpio.
No hay abubilla que no te haya cantado
ni tórtola que por ti no haya llorado.
En esas huellas que tus pies dejan en la tierra
hacen sus nidos los gansos
que llevarán a aita y ama hacia la luna.
© Miren Agur Meabe