Retiro la boca de la pleamar de tu vientre:
no quiero probar sabores de amoniaco.
Te abandono en un remolino de delirio,
atado a la balsa anegada de mi cuerpo.
Pronto, correrán dos olas en desorden:
una trae tu nombre sobre la espuma;
la otra, bajo la espuma, trae el mío.
© Miren Agur Meabe