Cuando obtengamos el esplendor de la piel

festejaremos las noches y los días que fueron sin ti pero contigo

—blanquinegros extraños y largos,

extinguidos como veranos sin espigas—.

Derrocharemos copas de caricias y bandejas de amores

—salivas y carnes reservadas

hasta tu vuelta—.

Serán palomas estas manos desnudas en tu viento;

serán sol estos ojos oscurecidos en tu llama,

será caballo este aliento vacío en tu premura.

Cuando te traiga el mar,

aguardaré en las puertas desde el alba,

pues, siendo yo mujer de poca de fe,

me bendijo tu ausencia

y me instruyó la espera en el credo del amor.

 

 

 

  © Miren Agur Meabe


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