NOTAS BREVES ­ 4

 

Llegan la tarde de plomo y la ventisca

a labrar este suelo lleno de lauburus.

El padre viudo acaricia una lápida.

 

El hijo duerme sereno,

manos cruzadas en el pecho,

ahíto de metal. La lluvia es su sudario.

 

Y las gotas, chirridos negros del violín de la muerte,

devoran sin piedad las fotos de otros cuantos,

les comen el color, los desangran de veras.

 

 

 

  © Miren Agur Meabe


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