NOTAS PARA CONSERVAR LA MEMORIA ­ 4

 

Vi a mis amantes caminar cabizbajos

hacia las puertas de mi cuerpo.

Sus pasos eran lentos camino del sacrificio.

Allí estaban, mis amantes,

sombras con mordaza

ocultando el ruidoso grito de lo imposible.

 

Yo era altar,

cordero,

puñal

y brazo;

ellos, con sus tobillos,

arrastraban trozos de ancla,

fragmentos de paisajes,

restos de poemas,

gotas de kalimotxo.

Les saludé con la mano y cerré los ojos:

tenía sal en los párpados.

 

Luego lancé unas llaves a lo lejos,

al interior de un templo triste construido con carne.

 

 

 

  © Miren Agur Meabe


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