NOTAS PARA CONSERVAR LA MEMORIA - 2
Anoche dejé abierta la ventana
y entró una fiera.
Olisqueaba el aire:
creo me adivinó acurrucada entre las sábanas.
No sabía que yo estaba desnuda, esperándole
ni que sabía su nombre.
Era un animal mamífero,
algo calvo,
de poco pelo en pecho,
más bien culón,
con lo ojos cuajados de kilómetros y sueño,
y un regusto a tabaco, salitre y bocadillos
en la boca.
Se le cayó una baba sobre la alfombra,
y el suelo chisporroteó
como los mares del infierno.
Miró a los lados,
y las paredes se deshicieron
como una tumba de barro.
Se rascó la espalda,
y mis pechos se hincharon
como el mundo en primavera.
En serio.
© Miren Agur Meabe