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«Préserver notre identité de français. Nous ne voulons pas perdre notre identité dont nous sommes fiers. Nous voulons vivre comme des français en Europe, fidèles à nos valeurs, et désireux de progresser avec nos partenaires».

V.G.E. ex'a, dixit.

A la salida de la misa del domingo, se dirigieron todos en manada al remozado ayuntamiento para cumplir con sus secretos quehaceres. La masturbación electoral. A decir verdad, las elecciones europeas no habían despertado excesivo interés, al menos, no tanto como las últimas elecciones a consejos locales. Entonces, unos mocosos desaliñados incluso presentaron listas abertzales. ¿Para qué?

-pero, pero, el euskara es suficiente con aprenderlo en casa... ¿en la escuela? pero, pero, para eso no sirve; ¡ay!, pobre crío... ¿pero, a dónde quieres ir tú, pedazo de burro?... ¿trabajar aquí, en el pueblo? pero, pero si no hay sitio para todos... salir hace bien, chaval, no sirve... y si yo te digo que no sirve, ten por seguro que no sirve...

-¿y qué es lo que sirve?

-búscate una mujer...

-sí, como tú... que en lugar de mujer tienes un tractor...

El anciano, solterón empedernido, llenaba furioso el vaso de un vino amargo, todos los jóvenes eran iguales, y en eso estaba de acuerdo con Pasqua, también él pensaba que había que encerrarlos a todos en una oscura prisión. Al segundo trago recordó que por la mañana había votado como es debido, fielmente, «derecha». ¿Acaso no repartía «la derecha» considerables subvenciones, según decían, «de su propio bolsillo», porque eran ricos?

En la puerta del consistorio, la bandera francesa se balanceaba como un sexo fláccido que no quisiera erguirse. También aquel día el pueblo vasco se acostaría igual que una mujer frustrada, sin haber conocido el placer político. Los que se acercaban al ayuntamiento estallaban en bromas:

-¿todavía quedan papeletas de voto?

-sí, sí que quedan, pero las de Giscard te las traes de casa, que se han acabado...

-o sea que buenas noticias...

-bueno... bueno... podremos poner bretonas sin problemas, las ordeñará Giscard...

-¿y las cuotas?

-con un trabajador así no hay peligro...

 

© Itxaro Borda
© itzulpenarena: Bego Montorio


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