Escritor vasco

 

Elías Amezaga

 

      Angel Ortiz de Alfau, ese vigía perpetuo de la cultura ecuménica, comenta en Hierro un artículo de Guerra Garrido, aparecido en Egin recientemente (8-1-78) en el que éste opina que escritor vasco es quien escribe con intención literaria o cultista en temas varios, entendiéndose por vasco, «todo aquel ciudadano que suda su plusvalía en Euskadi», tema éste que conviene desmenuzar, pero que de cualquier modo agrada tocar para abrir en prensa una ventana a la cultura, en general, saturada de alientos políticos.

      Cierto que los escritores vascos en castellano sufrimos doble marginación, pero no se olvide que la lucha de nuestra lengua por sobrevivir es bastante mas grave que la nuestra personal. La gesta de unos jóvenes de recuperar nuestro idioma no sólo de la denegación de los poderes sino de los propios vascos de ayer que sólo con la etxekoandre y su familia usaban el euskera. Muchos de nosotros de padres euskaldunes hemos sufrido esta amputación en la niñez venida de ellos mismos, de tristes experiencias, probablemente que no querían verlas repetirse en sus vástagos.

      Todos tenemos una misión que cumplir, el escritor euskérico de salvar la lengua, de mantener esta cabeza matriz de lenguas europeas como la llamó Hervás, tan necesitada de apologistas a través de la historia, el de manifestación francesa o española de servir de embajador de nuestra cultura en el exterior.

      Salaverría, Grandmontagne, Baroja, Unamuno, Mourlane, Alfredo Lafitte son grandes viajeros por nuestro País que dan a conocer por el mundo. Las altas ideas que han mamado, esas no se olvidan. Cierto que el universalismo de Unamuno hubiera sido más puro si emplea su idioma pero hubiera tardado mucho más en causar su colosal impacto. Yo sí pediría responsabilidad para el que empezó a escribir en su idioma y lo cambió por el imperial, caso de Eugenio D'Ors, por ejemplo, que considero una renegación por motivos inconfesables.

      No olvidemos que aún no existe equiparación legal del euskera y español, que aún aquel no es idioma cooficial lo que significa que como ayer siguen discriminándolo y en consecuencia ofendiéndonos como vascos. Así, pues, sepámoslo o no, lo consideramos nuestro y nuestra misión a nivel individual es la de acercarnos a él de algún modo. Probablemente es tarde para escribirlo, máxime en esta hora de urgencias en que necesitamos manifestar como sea lo callado o sólo insinuado durante lustros, pero no estaría mal introducirlo de alguna manera, salpicar nuestro castellano o nuestro francés con palabras y aún frases nuestras. Tampoco se trata de algo esencial, digámoslo de una vez. Pensamos en vasco muchos de los que no lo hablamos. Vasco es un concepto que el idioma no agota. Quien lo es conoce que pertenece a un pueblo de tesoros únicos: su raza, (ojo, no racismo, exaltación nacida precisamente de su corrupción) su fuero, su linaje, su arte, sus juegos, su fisonomía, su modo de vivir y de morir, su mirada de paisajes irrepetibles, de historias sin conquistas. ¿Qué es lo que no tenemos diferenciado de los demás pueblos?

      Vasco es hoy quien ama lo vasco y lucha por lo que ama. El escritor que vive en Euskadi y procura servir a este pueblo con su pluma es vasco, sin duda. Y pocos como tú, Raúl Guerra Garrido, autor de obras enraizadas en la problemática social de nuestra hora, y de los vascos más categóricos mostrándolo en tus declaraciones a la prensa hispánica. Otro tanto cabe decir del extinto Martín Santos que con el también doctor Vicente Urkola preparaba estudios sobre el caserío vasco.

      Mi maestro Michel de Ghelderode era flamenco y escribió su obra en francés. Así pudo despacharse a gusto atacando al opresor cultural de su pueblo mostrando la oronda tradición flamenca llena de vida, invadida de sudores humanos, tan distinta a esa nación napoleónica o que en frase de Oteiza «sigue con la zapatilla de Luis XIV debajo del culo».

      Emplear el idioma español es también importante. Los vascos les enseñamos a hablarlo, nuestro idioma fue padre del español, según afirmación de Ricardo León en su discurso de ingreso de la Academia de la Lengua Española; dos ilustres vascos, el jesuita Juan Bautista de Poza y el beato Alonso de Orozco lo promovieron en los prólogos de sus libros para sacar a los intelectuales peninsulares de su latín oficial.

      No voy a alargarme sobre la contribución de nuestros vascos continentales al desarrollo y auge del francés, sí añadir una conclusión de artículo muy prometedora. Alegrémonos de ser poseedores de tres culturas, lo que nos da un índice de conocimientos muy superior al de la mayoría de los pueblos conocidos.

 

Deia, 1978-01-21

 

 

 

© Elías Amezaga

 

 

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